viernes, 14 de octubre de 2011

En la plaza

Este texto fue escrito con la intención de ser algo muchísimo más largo. Es más, la plaza y calle a las que hago referencia, tenían nombre en su versión original. Hace unos días caí en él viendo que llevaba más de un año sin ser tocado, así que viendo el simbolismo que se le puede dar y adaptándolo un poco, aquí lo tenéis publicado.

Las cuerdas le sujetaban a la madera por las muñecas, llevándolo en horizontal. Cuando los primeros ojos se percataron de él, había recorrido parte de la calle principal. Los que estaban sentados en los bancos de la plaza, fueron testigos de como se desplomó en el suelo. Miraron alertados por el ruido de la caída con curiosidad.

Nadie apartaba la mirada de aquel hombre, y nadie se levantaba a ayudarle. Pasaron dos minutos hasta que alguien alzó la voz para preguntar si estaba bien. La ausencia de respuesta hizo que todos, las cuatro personas que allí se congregaban, perdieran el interés y siguieran hablando del mucho calor que hacía.

Poco a poco, tanto el hombre, el tronco, y las cuerdas, que lo convertían en uno, empezaban a formar parte del paisaje. Las dos parejas que pasaron por el lugar aquella tarde, sólo le miraron. Una de ellas no se molestó siquiera moverse unos metros para evitar tener que saltarle.

Como era costumbre, los que fueron testigos, al dar el reloj las ocho de la tarde, se levantaron hacia sus casas. Y sin hacer nada que no hubieran hecho antes, se despidieron y marcharon.

martes, 11 de octubre de 2011

Adultos I

Otra pequeña serie de reflexiones laborales. Habrá quien dirá que escribo mucho sobre mi trabajo. A esos les puedo decir que con todas las cosas que ocurren, poco lo hago.

Cuando tenía doce años, en el colegio los profesores se pusieron de acuerdo en que iban a tratarnos como adultos. Para ese grupo de personas, tratar como adultos significa dirigirse “de usted” y con el señor delante.

-¡Señor Stroker! ¡A la pizarra!
-Llámeme Des.

Uno siempre tuvo la boca muy grande.

Años después, en el instituto, los que me daban clase, que ya sabían con que trataban, sólo les faltaba tomarse cervezas con nosotros. Con el de informática hasta me prestaba música.

En la universidad directamente entraban en el aula, soltaban lo que tenían que soltar y se iban.

Hasta hace unos años, a excepción de los padres, la mayor figura de autoridad a la que estaba expuesto, eran profesores. Hoy en día, independizado y en la UNED, esas figuras, las encuentro en el trabajo.

domingo, 9 de octubre de 2011

Mirando Espejos: agencia de alucinaciones

Estos días he estado hablando con mi chica sobre tener un crío. Es algo que me hacía ilusión hasta que nos pusimos a hacer cuentas sobre gastos. Los dos tenemos trabajo, pero claro, con una inestabilidad del copón y así es imposible. Mi madre me dice que se me va a pasar el arroz y razón no le falta.

Yo no sé como la peña tiene hijos. ¿Pidiendo créditos a Cofidis? Es que no lo entiendo. Cuatro millones y pico de parados y salvos unos pocos privilegiados, los demás en trabajos precarios. No hay manera.

Me he escurrido mucho la cabeza hasta dar con la solución y al final va a salir bastante barato. Me voy a volver loco, loco del todo. Esquizofrénico perdido con alucinaciones y todo. Así puedo tener los hijos que me apetezca, como me apetezcan y ya que estoy, con quien me apetezca. Si se por porta mal o si trae malas notas, me imagino otro niño. ¡Qué coño! ¡Puedo tener más diversidad que Angelina Jolie, Brad Pitt y Benetton juntos!

Lo que aún no he pensado es como se lo va a tomar mi chica. Puede que no le sentara bien, pero es lo que hay. ¡Qué se vuelva loca ella también! Ya veremos como hacer que coincidan y no nos liemos con lo que alucinemos.

Así que ya sabéis, si la crisis os aprieta y no podéis tener hijos, ¡adoptad una alucinación!

sábado, 8 de octubre de 2011

El chico de la guitarra - Él

Hace poco encontré un trabajo en el centro y me he tenido que empezar a mover en tren todos los días, cosa que no me hace ninguna ilusión. ¡Y con este trasto a la espalda! Si es que menuda hora además para empezar. Siempre había estado de tarde y ahora, a las ocho a entrar, joder... ¡No me da tiempo a nada!

Encima el vagón está hasta el culo de gente. Todos pegados, como sardinas en lata. Porque necesito el dinero, si no de qué me iba a meter yo aquí.

martes, 4 de octubre de 2011

Tráfico en las influencias

Ayer me encontré con un nuevo enchufe dentro del curro, de tal forma que creo que no queda, ahora mismo, ningún puesto, fuera de los “normales”, que esté ocupado por alguien que no sea amigo de otro alguien, independientemente de que lo haga mejor o peor.

Esto no ha pillado por sorpresa a nadie, de hecho sólo se lleva unos días con otro. Con estos dos ya no quedan pelotas, trepas, gente con objetivos pequeños (como queráis), que queden por colocar. Me pregunto con quién nos meteremos ahora.

Que cojan a estas personas, pensándolo bien, es lo lógico. Mi curro, es un curro de mierda, casi nadie entra con intención de estar mucho tiempo, así que claro, lo normal es, si puedes, rodearte de colegas. Claro... que no te creas que el enchufe es la puerta a una vida mejor, es otra puta mierda, y lo digo por experiencia propia. Aunque recapacitando sobre ello, yo no era amigo de los que señalan, y hasta creo que me cogieron por supuestos méritos, puede que entonces la experiencia fuese diferente.

domingo, 2 de octubre de 2011

Revisando cuantas entradas llevaba publicadas, tropecé con esto en borradores. Ya no me acordaba de ello, y la verdad es que me ha gustado lo suficiente como para hacerle un hueco en el blog.

Pensando en que escribir me encontré conmigo mismo, enfrente de mí, impidiendo el movimiento a mis manos. Cada vez que una se agitaba, otra la agarraba. Si quería ir hacia atrás, me lo impedía. Lo que había delante y a la vez detrás me era inaccesible. Quedarme en el sitio no era lo que quería, al mismo tiempo que no me dejaba ir a ningún lugar. Sólo pensaba...

sábado, 1 de octubre de 2011

El chico de la guitarra - Ella

Aprovechando el haber parado "Más heavy que...", comienzo otra serie, pero esta de tres partes nada más. Es posible que en los próximos días empiece otra, así que atentos :P

Llevo subiendo en el mismo vagón, a la misma hora, desde hace casi tres años. Conozco todas las caras de los que se montan regularmente. Desde hace dos semanas se ha añadido al que yo llamo, el chico de la guitarra. Tendrá unos treinta años, con el pelo por los hombros, casi siempre sin afeitar y nunca se separa de una guitarra.

No sé a donde va, se baja después de mí. Me gustaría saber más de él, pero no sé como acercarme, que decirle o qué sé yo. Ni siquiera sé porque me resulta interesante. Me conformaría con saber como suena su voz.