miércoles, 25 de marzo de 2009

Cápsulas bajo tierra - Introducción

Lo he dicho en muchas ocasiones, y es que a mi me gusta mucho mi Madrid. Soy como un protagonista de un anuncio de compresas "sun sun sun... a qué huele el tráfico? ... Me gusta ser madrileño" Y es que es cierto, Madrid, para mi, es genial. Tiene de todo, lo que quieras, cuándo quieras y cómo quieras. Sin embargo, no todo puede ser perfecto en la Ilustre Villa de Madrid. Cuando hay algo tan tan bueno, para equilibrar las energías cósmicas, se tiene que crear algo para compensarlo. Señoras y señores, así nació el Metro de Madrid.

Habría que comenzar hablando de sus usuarios. Cuando uno no es madrileño, incluso siéndolo, cuesta acostumbrarse a su ambiente. Hay que entender el contenido de un vagón como una reunión de la O.N.U.. Madrid es una ciudad muy cosmopolita y eso lo demuestran sus gentes, haciendo que cuando uno entre en el tren piense en un anuncio de Benetton.

No es que a mi nada de esto me importe, ya que además, cuando entramos en un vagón, todos somos iguales.

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