Aunque no me faltan ganas de hablar sobre el fiasco anunciado hace 4 años de Madrid 2016, algo diferente ocupará esto, pero que también empezó hace 4 años.
Cuando uno entra nuevo a un sitio necesita instalarse, buscar lugares donde poder acoplarse y personas con las que estar. Los comienzos pueden ser duros, pero finalmente encuentras a tu grupo, o más bien, encuentras a un par de personas, las cuales encuentran a otro par, y a otro par, y a otro par... Todos tenemos que ser amigos, no importa lo que pase, lo que unos u otros hagan, porque hay que llevarse bien y punto. Dicho grupo permanece muy unido durante el principio, todos nos queremos y deseamos lo mejor para cada uno, nada puede fallar, pero el tiempo avanza, y nos vamos conociendo, y todo deja de ser tan bueno.
La segunda parte de esta historia comienza cuando alguien empieza a alzar más la voz que el resto diciendo que no está de acuerdo con todo y empieza a distanciarse. Las quejas, lejos de ser escuchadas, son totalmente ignoradas y por tanto, esa persona empieza a ser marcada. Tomó la decisión de irse, pero fue uno de los que empezó ahí el primer día, y eso le estigmatizó. Nunca se llega a separar y siempre vuelve.
Cuando sabes que tienes que asistir al mismo lugar día tras día, necesitas algún apoyo, y si tienes suerte lo encuentras. Así ocurrió, y fue una razón para seguir allí, otro tiempo más. Todo empezaba a sonreír. El grupo no tardó en culparle de su pequeña marcha y sus críticas. Decidió seguir en aquel ambiente hostil, pero con gente a la que ahora sí podía llamar amigo.
Empieza a ser alguien allí, alguien a tener en cuenta. Alguien que lucha por hacerse su hueco y que todo el mundo ignora la lucha interna que libra para entrar.
Continuará
2 comentarios:
Cuando alguien vale, el tiempo lo demuestra, aunque sea tarde y ya haya habido consecuencias.
Esa gente es como tú dices, apoyo.
Es la gente que no hay que perder.
Ibid.
Pues ahí seguimos en contacto. Imagino que sabrás a quien me refiero, si no ya te diré.
Publicar un comentario