Hoy el cajero me ha deseado que pase un buen fin de semana. Podría haberme dado dinero gratis, pero sólo me ha escrito eso en una pantalla. También me ha tratado como Señor Espejos en vez de como David. No sé... Que un cajero te trate mejor que la mayoría de personas me genera sentimientos contradictorios. A mí los bancos ni fu ni fa, pero entras a una sucursal y un hombre de traje se dirige a ti de usted y ¡oye! ¡Ya no parecen tan malos!
Estuve mirando y uno me da una consola por mi nómina, otro me hace una tarjeta con mi cara y hubo una caja de estas pequeñas en la que el interventor me hizo proposiciones indecentes si me abría una cuenta allí.
No sé que hacer, todo el mundo los pone verdes, pero a mí me empiezan a gustar... ¡Ojalá pudiera trabajar para uno!
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