Se suponía que era la mejor educación que podía recibir en la zona, pero me pasé hasta los diecisiete en un colegio de monjas, así que no me quedó más remedio que creer en dios durante años. En cuanto a tener uso de razón me declaré agnóstico. Me parecía lo más lógico. También era la forma de llevar la contraria a las monjas y claro, siendo adolescente, llamar la atención molaba. Esto no fue definitivo ya que según iba madurando no me convencía esta postura y vi en el ateísmo una alternativa.
No creo en dios por la simple premisa de que se puede demostrar su existencia. Me gusta documentarme sobre el tema y ver como todas las religiones comparten leyendas y así poder desmitificarlas. Me siento orgulloso de mis creencias, pero noto que son algo incoherentes. He votado en las últimas elecciones y puede que lo haga en las próximas. Es más, tengo la esperanza de tener una casa y poder pagarla sin problemas.
Estoy bombardeado con democracia, bancos, publicidad, sindicatos, telediarios... ¿Y con todo esto yo no creo en dios? Pongo mi fe en cosas bastante más difíciles que pensar que una paloma puede embarazar a una mujer o que un hombre de buenas a primeras puede resucitar a otro. Lo mismo me voy a poner a creer en dios un día de estos porque al lado de otras cosas, ya no me parece una idea tan descabellada.
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