Se han dado casos de personas que han ligado en el Metro, yo sin ir más lejos (esto daría para hablar largo y tendido), pero las relaciones bajo tierra nunca terminan bien. Hay que tener una cosa muy clara, el Metro no se inventó para hacer amigos, más bien todo lo contrario. El entrar en un vagón supone un cambio de caracter radical si uno va solo... El autismo interior aflora en nosotros. Ir acompañado en un vagón en el que todo el mundo va solo supone ser el centro de atención ya que los vagones gozan de una perfecta acústica.
Si hay personas que saben relacionarse. Hay frases recurrentes como "vas a salir?", "-inserte frase de reggeaton aquí-" del puto móvil con el altavoz puesto (que algún día alguien se va a tragar) o una que me encanta cuando ya se está en marcha "este tren va para...?".
Pero si uno va solo, sin libro, ni música, y la gente prefiere empujarte para salir en vez de preguntarte, el Metro te ofrece una alternativa: habéis mirado alguna vez durante más de cinco segundos el gotelé? Con el suelo del vagón sólo necesitáis dos y tendréis formas de exquisita belleza delante vuestra. Qué tendrán esos redondeles negros que desvían todas las miradas?
Y es que dentro de los vagones puede pasar cualquier cosa.
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