Cada día una aventura, incluso cuando duermes. Pasas de un extremo a otro en muy pocos segundos. Cualquier palabra la puedes interpretar de mil formas según el momento. Pero entonces, lo ordinario da paso a lo extraordinario. Un día como otro, exactamente igual que el anterior, despiertas y notas que todo está más en un su sitio que antes, como si alguien ordenara mientras duermes.
No puedes explicar que ha pasado, pero todo aquello que con tanta intensidad surgió, y que con tanta intensidad viviste, da paso a una cómoda calma. Hay cosas que siguen dispersas, sentimientos inentendibles, pero sabes que es cuestión de tiempo y ya no existe esa desesperación por arreglarlo todo, ya se hará.
Todas las ideas se aclaran y te conoces a ti mismo un poco más que antes. Las situaciones extremas te ponen a prueba, y echando un ojo a todo, ves que no ha sido tan duro como creías en un principio.
No importa ayer menos que ahora, ni ahora menos que mañana, sólo se ha pasado una etapa, una etapa larga, que viene con un después más que con un antes. Cuando te atas, no todo termina cuando quitas las cuerdas, después hay que curar las heridas que han dejado al estar tan apretadas, y ya sólo quedan unos rasguños.
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