Y me detuve. Me giré, y la persona a la que una vez seguía, todavía iba detrás mía. Era la único que veía. Si había más, no me di cuenta.
La ventaja que forzadamente la saqué, iba disminuyendo. Cada vez la veía más cerca y esta vez no iba a hacer nada. Era cuestión de tiempo que nos volvieramos a cruzar, pero ahora, como nada importaba, no sería efímero, o eso intentaría.
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