Última publicación del año. Feliz salida y entrada de año a todos, ¡y ya nos vemos en el siguiente!
“Me molesta tener que probar que no soy retrasada mental.”
¿Con quién te comunicas a los cuatro años en un internado sólo de chicas y de monjas? Nadie no podía ser la respuesta, las monjas no eran dignas de su confianza, y las chicas mayores huían de ella envidiosas... Con niñas de su edad.
Megan sintió por primera vez la frustración de explicarse con total claridad, o sin ella, de usar cualquier tipo de lenguaje y que aún así no se hiciera entender. Años después justificaba esto bajo la premisa de que se dirigía a niñas que no habían cumplido los seis, pero no sabía porque se repetía la experiencia con gente que cuadruplicaba esa edad como mínimo.
Sola rodeada de gente. Incomprendida. Ser bella e inteligente le estaba sirviendo de muy poco, aunque todavía no era consciente de lo que la podría ayudar. No tenía grandes aspiraciones, sólo quería dejar de actuar ante las monjas. Recordaba una vida mejor antes de llegar al internado, pero tampoco comprendía porque sus padres la habían hecho eso. El rencor que iba acumulando hizo que su inteligencia quedara cegada. Megan no razonó el problema, sólo lo identificó.
viernes, 31 de diciembre de 2010
martes, 28 de diciembre de 2010
Propósitos 2011
En lo que llega la próxima parte de Megan no he podido resistirme, y he tenido que dedicar unas líneas a mis propósitos para el 2011. Probablemente no cumpla ninguna de ellos, pero bueno, lo mismo animo a alguien.
El primero de ellos es fundar una secta. A mí las religiones no me gustan. No puedo con ellas y no me voy a unir a ninguna, así que quizá esta sea la solución. Para ello necesito un líder que haga milagros, y ese puedo ser yo. He tenido un aumento en el sueldo de más de sesenta euros y tengo un contrato indefinido. Esta ahí ahí con el caminar sobre las aguas.
El segundo está en abrir un banco cuando tenga la secta. Ya sabéis que los bancos están en crisis, por eso no paran de darles dinero. Yo que soy muy majo, deseo que los Botín se puedan retirar con una pensión digna para siempre, así que aquí estoy para sustituirlos. Ya he dicho que tiene que ser posterior a la secta, porque mi principal oferta será organizar bodas a la par que se contratan hipotecas. Creo que es el negocio del futuro.
El tercero y último, y en esta misma línea, tener mi propio canal de televisión. No he pensado en su programación ni en su nombre. Quizá Tele DeStroker, ¿para qué esforzarse más? De hecho, lo más seguro es que la parrilla televisa consista en una foto mía veinticuatro horas. Puede que no rompa records de audiencia, pero con ello ya supero en calidad a todos los canales principales.
Para el 2012 me lo tomaré un poco más en serio e iré tras la inmortalidad. ¿Consejos?
El primero de ellos es fundar una secta. A mí las religiones no me gustan. No puedo con ellas y no me voy a unir a ninguna, así que quizá esta sea la solución. Para ello necesito un líder que haga milagros, y ese puedo ser yo. He tenido un aumento en el sueldo de más de sesenta euros y tengo un contrato indefinido. Esta ahí ahí con el caminar sobre las aguas.
El segundo está en abrir un banco cuando tenga la secta. Ya sabéis que los bancos están en crisis, por eso no paran de darles dinero. Yo que soy muy majo, deseo que los Botín se puedan retirar con una pensión digna para siempre, así que aquí estoy para sustituirlos. Ya he dicho que tiene que ser posterior a la secta, porque mi principal oferta será organizar bodas a la par que se contratan hipotecas. Creo que es el negocio del futuro.
El tercero y último, y en esta misma línea, tener mi propio canal de televisión. No he pensado en su programación ni en su nombre. Quizá Tele DeStroker, ¿para qué esforzarse más? De hecho, lo más seguro es que la parrilla televisa consista en una foto mía veinticuatro horas. Puede que no rompa records de audiencia, pero con ello ya supero en calidad a todos los canales principales.
Para el 2012 me lo tomaré un poco más en serio e iré tras la inmortalidad. ¿Consejos?
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Reflexiones
jueves, 23 de diciembre de 2010
Tragicomedia sobre la realidad laboral - Cenas de navidad
Doy por cerrado el ciclo de "Historias". Un pequeño parentesis en forma de cena, y para el mes comenzará otra saga laboral :D.
Si trabajas eres susceptible de tener que ir a las cenas de navidad. El día a día en un ambiente laboral suele tenerse que llenar de educación para esconder la animadversión. No te puedes poner a dar de hostias a aquel compañero que te cae mal porque sí, por mucho que se lo merezca. En una cena de navidad no es educación... ¡Ojalá!
Todo comienza con gente pseudo-engalanada. Te encuentras hasta el heavy de turno con el pelo recogido, bien afeitado y con camisa (una y no más). Pero eso es sólo anecdótico, lo mejor viene al sentarse, donde acabas inevitablemente, ya sea a un lado, enfrente o en la mesa de atrás, al lado de alguien que te cae mal, muy mal. ¡Pero ese día le hablas! Todos somos amigos, no hay malos rollos, todos se quieren, hasta niveles insospechados.
A medida que la noche avanza, los niveles de alcohol en sangre también, y ahí empiezan hasta promesas: “este año tú y yo nos vamos a llevar mejor” y cosas por el estilo. Me han llegado a pedir perdón por no hablarme mucho personas por las que luego he tenido que preguntar el nombre.
La cena termina y con ella un brindis por el buen rollo. Fotos del grupo de tías, una si acaso del grupo de tíos... Y rumbo para algún bar.
Con alcohol o sin él, aquí se empieza hasta jurar. Las conversaciones se vuelven más interesantes a la par que un superior tuyo te coge para bailar. Fotos, fotos y más fotos, todas con caras alegres. Intentas formar grupos pero cuando vuelves de la barra ya no sabes donde están.
Las horas pasan y la gente va decayendo y abandonando el lugar. El bar cierra y algunos aguerridos guerreros nos quedamos a desayunar como si de otra salida más fuera. Con quien ya importa más bien poco.
El Lunes todos volvemos a vernos las caras, a negarnos los saludos o soltarlos en voz baja si no queda otra más que hacerlo. Otro año más ha pasado y nada ha cambiado, destilamos la misma falsedad que todos los días. Nadie habla de ello pero todos lo saben, a la cena del año que viene no vamos si seguimos trabajando en el mismo sitio.
Si trabajas eres susceptible de tener que ir a las cenas de navidad. El día a día en un ambiente laboral suele tenerse que llenar de educación para esconder la animadversión. No te puedes poner a dar de hostias a aquel compañero que te cae mal porque sí, por mucho que se lo merezca. En una cena de navidad no es educación... ¡Ojalá!
Todo comienza con gente pseudo-engalanada. Te encuentras hasta el heavy de turno con el pelo recogido, bien afeitado y con camisa (una y no más). Pero eso es sólo anecdótico, lo mejor viene al sentarse, donde acabas inevitablemente, ya sea a un lado, enfrente o en la mesa de atrás, al lado de alguien que te cae mal, muy mal. ¡Pero ese día le hablas! Todos somos amigos, no hay malos rollos, todos se quieren, hasta niveles insospechados.
A medida que la noche avanza, los niveles de alcohol en sangre también, y ahí empiezan hasta promesas: “este año tú y yo nos vamos a llevar mejor” y cosas por el estilo. Me han llegado a pedir perdón por no hablarme mucho personas por las que luego he tenido que preguntar el nombre.
La cena termina y con ella un brindis por el buen rollo. Fotos del grupo de tías, una si acaso del grupo de tíos... Y rumbo para algún bar.
Con alcohol o sin él, aquí se empieza hasta jurar. Las conversaciones se vuelven más interesantes a la par que un superior tuyo te coge para bailar. Fotos, fotos y más fotos, todas con caras alegres. Intentas formar grupos pero cuando vuelves de la barra ya no sabes donde están.
Las horas pasan y la gente va decayendo y abandonando el lugar. El bar cierra y algunos aguerridos guerreros nos quedamos a desayunar como si de otra salida más fuera. Con quien ya importa más bien poco.
El Lunes todos volvemos a vernos las caras, a negarnos los saludos o soltarlos en voz baja si no queda otra más que hacerlo. Otro año más ha pasado y nada ha cambiado, destilamos la misma falsedad que todos los días. Nadie habla de ello pero todos lo saben, a la cena del año que viene no vamos si seguimos trabajando en el mismo sitio.
domingo, 19 de diciembre de 2010
Una historia de Navidad
Colocaba las últimas bolas para el árbol a la vez que no me sentía muy satisfecho con su resultado. Enganché la última que tenía en las manos y me puse a verlo. Me apoyé en la pared encendiéndome un piti para pensar con más claridad. Arriba y abajo, algo faltaba.
-¡Hey! ¡Ven a echar un ojo a esto!-grité al pasillo para que apareciera mi mujer.
-¿¡Qué pasa!?-respondió sin acercarse.
-¡Que estoy colocando el puto árbol y no me gusta como queda!
-¡Ya te dije que tú no sabías de estas cosas!
En la última frase su voz sonó más cercana ya que se estaba acercando.
-A ver... Mira, lo has puesto todo fatal. Las bolas no combinan. Has puesto espumillón de ese que te dije que no compraras.
-Sí claro, pero...
-Falta la estrella en la punta.
-Ahora iba mi...
-¿Y estos ángeles? Mira, tú eres ateo y a mí dios no me hace ni puta gracia.
-Jo vale, no es para tanto...
-Los ángeles son para el belén, ¡ya lo sabes!
-¡Hey! ¡Ven a echar un ojo a esto!-grité al pasillo para que apareciera mi mujer.
-¿¡Qué pasa!?-respondió sin acercarse.
-¡Que estoy colocando el puto árbol y no me gusta como queda!
-¡Ya te dije que tú no sabías de estas cosas!
En la última frase su voz sonó más cercana ya que se estaba acercando.
-A ver... Mira, lo has puesto todo fatal. Las bolas no combinan. Has puesto espumillón de ese que te dije que no compraras.
-Sí claro, pero...
-Falta la estrella en la punta.
-Ahora iba mi...
-¿Y estos ángeles? Mira, tú eres ateo y a mí dios no me hace ni puta gracia.
-Jo vale, no es para tanto...
-Los ángeles son para el belén, ¡ya lo sabes!
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Microrrelatos,
Navidad
viernes, 10 de diciembre de 2010
El mundo a todas horas - Infinito
Probablemente la parte más seria dentro de la incoherencia de esta serie, eso sí, estoy muy contento con el resultado.
A los tres días de locuras insomnes perdí la percepción del tiempo. Me intentaba apoyar en las horas de sol y en las de noche, pero ya no estaba seguro de nada. Salí a la calle a preguntar la hora, y al que no se asustaba mucho de mis ojos abiertos como platos, el día en el que estábamos también. Cuando por fin hubo uno que no se reía de mí, resultó que sólo estaba a Jueves, un día después de mi “despiste”.
Quedaba la mitad de mi experimento, fin de semana incluido. Y lo largos que son los días cuando los pasas despierto. ¿Por qué nos quejamos de que necesitamos más horas por día? ¡Probad a no dormir! No sé si me aburría o es que el tiempo pasa muy lento. Me encontraba bastante irritable.
La casa limpia, comidas preparadas para semanas, garrafas de café y anotaciones de los días con fotos para demostrar que esto era real. Reflexionando a altas horas de la noche delante de un reloj, vi que esto perdía el sentido si es que en algún momento lo tuvo.
A los tres días de locuras insomnes perdí la percepción del tiempo. Me intentaba apoyar en las horas de sol y en las de noche, pero ya no estaba seguro de nada. Salí a la calle a preguntar la hora, y al que no se asustaba mucho de mis ojos abiertos como platos, el día en el que estábamos también. Cuando por fin hubo uno que no se reía de mí, resultó que sólo estaba a Jueves, un día después de mi “despiste”.
Quedaba la mitad de mi experimento, fin de semana incluido. Y lo largos que son los días cuando los pasas despierto. ¿Por qué nos quejamos de que necesitamos más horas por día? ¡Probad a no dormir! No sé si me aburría o es que el tiempo pasa muy lento. Me encontraba bastante irritable.
La casa limpia, comidas preparadas para semanas, garrafas de café y anotaciones de los días con fotos para demostrar que esto era real. Reflexionando a altas horas de la noche delante de un reloj, vi que esto perdía el sentido si es que en algún momento lo tuvo.
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Horas
jueves, 2 de diciembre de 2010
El final de los gilipollas
Sin quererlo me ha salido una trilogía de algo que empecé hace un año y continué el mes pasado, así que etiqueta al tanto xd.
Harto de ser una plañidera quejica respecto al mundo gilipollesco que me rodea vi que tenía que tomar medidas. Quejarse está muy bien hasta el momento que lo compatibilizas con otra cosa, y yo no hacía eso. Me encontraba al borde de la pataleta cada vez que veía una acción de ellos. Esto no podía seguir así.
Como no puedo tomarme la justicia por mi mano, por aquello de la legitimidad, no por falta de ganas, pensé en que lo mejor sería apartarse de ellos, pero claro, entonces tendría que dejar el trabajo, a mi familia, trasladarme a una aldea remota y abandonada, y empezar a vivir como cazador-recolector. La comodidad de la vida moderna respecto a esa hizo que desechara la idea.
Pasó por mi cabeza hacerme como uno de ellos. Cuando uno no es un gilipollas genuino (o eso cree) es muy difícil. Requiere años de entrenamiento ya que hay que cambiar la forma de pensar radicalmente. No es sólo convertirse un hortera o una mala persona, porque la intención es ser aceptado frente a otros de esa especie. Al requerir tanto tiempo también la abandoné.
Pensé, pensé y pensé y nada se me ocurría, hasta ayer. Una conversación me reveló lo que tenía que hacer. Como el convivir con ellos iba es inevitable lo mejor que se puede hacer es sacarle partido a ello. ¿Cómo? Comparándose con ellos. Esto es ideal para el autoestima, por lo que previene las depresiones, mejora tus relaciones sociales con no-gilipollas y seguro que hasta baja el colesterol. Lo que he comprobado y he visto en otras personas, es que entra un gran sentimiento de superioridad. No es caer en el egocentrismo, es evitar la falsa modestia. Tampoco es nada de ideas pasadas de rosca sobre clases superiores ni nada así, es ver que frente a la mayoría absorvente, algunos aún seguimos pensando y tomamos decisiones por nosotros mismos.
Harto de ser una plañidera quejica respecto al mundo gilipollesco que me rodea vi que tenía que tomar medidas. Quejarse está muy bien hasta el momento que lo compatibilizas con otra cosa, y yo no hacía eso. Me encontraba al borde de la pataleta cada vez que veía una acción de ellos. Esto no podía seguir así.
Como no puedo tomarme la justicia por mi mano, por aquello de la legitimidad, no por falta de ganas, pensé en que lo mejor sería apartarse de ellos, pero claro, entonces tendría que dejar el trabajo, a mi familia, trasladarme a una aldea remota y abandonada, y empezar a vivir como cazador-recolector. La comodidad de la vida moderna respecto a esa hizo que desechara la idea.
Pasó por mi cabeza hacerme como uno de ellos. Cuando uno no es un gilipollas genuino (o eso cree) es muy difícil. Requiere años de entrenamiento ya que hay que cambiar la forma de pensar radicalmente. No es sólo convertirse un hortera o una mala persona, porque la intención es ser aceptado frente a otros de esa especie. Al requerir tanto tiempo también la abandoné.
Pensé, pensé y pensé y nada se me ocurría, hasta ayer. Una conversación me reveló lo que tenía que hacer. Como el convivir con ellos iba es inevitable lo mejor que se puede hacer es sacarle partido a ello. ¿Cómo? Comparándose con ellos. Esto es ideal para el autoestima, por lo que previene las depresiones, mejora tus relaciones sociales con no-gilipollas y seguro que hasta baja el colesterol. Lo que he comprobado y he visto en otras personas, es que entra un gran sentimiento de superioridad. No es caer en el egocentrismo, es evitar la falsa modestia. Tampoco es nada de ideas pasadas de rosca sobre clases superiores ni nada así, es ver que frente a la mayoría absorvente, algunos aún seguimos pensando y tomamos decisiones por nosotros mismos.
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