Hacía mucho mucho que no escribía una pequeña historia. Espero que os guste esta.
Aquel día, cuando me levanté, no tardé mucho en darme cuenta de que era una persona diferente. Me habían crecido un par de alas en la espalda.
Mi primera reacción fue de sorpresa, ¿así de repente? ¿Tan pronto? Y sobre todo, ¿qué iba a hacer con eso?
No tardé mucho en pesar que podía presumir de ellas, así que corrí a enseñárselas. Ella nada más verlas se miró extrañada pero con una sonrisa y terminó abrazándome. Tras una larga charla sobre ellas, me recomendó tratarlas con cuidado. Ahora tenía que aprender a volar con ellas, no lo fuera a hacer muy alto la primera vez por si acaso me caía.
Henchido de orgullo empecé a llamar a todo el mundo, a mirarme en el espejo y a hacerme fotos sin parar desde todos los ángulos. Y aquello que tan feliz, sacó las lágrimas de aquella que antes parecía estarlo más que yo.
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