Aunque tengo varias partes más escritas, no es mi intención continuar con lo de la Tragicomedia laboral. Seguramente alguna sea publicada pero fuera. Por esa razón, este texto, que podía haber sido adaptado para esa serie, no va precedido de nada y es contado tal y como ocurrió.
Al poco de empezar el parón en el blog, me ocurrió un hecho insólito en el curro sobre el que tenía que escribir. No es que mi trabajo sea muy emocionante, más bien repetitivo. Así que, que un día por las buenas, te regalen un pendrive, es para abrir champagne.
Hablando un poco más en serio, el día que lo dieron era previo a una huelga en el sector porque el convenio que tenía que estar funcionando desde Enero del 2010, no estaba ni redactado (ni lo está aún).
Si la empresa hizo esto con alguna intención oculta, me la sopla, aunque ya podían haber sido menos cutres, ya que calcularon las existencias como quisieron y yo por ejemplo, recibí el mío hace un par de semanas.
Lo que ya se me escapa por más tiempo que le dedico a pensarlo, es la alegría de los compañeros, cuando por la falta de convenio nos deben aproximadamente unos 400 € a cada uno y subiendo. Que se metan el pendrive por el culo, ese sí que hubiera sido un buen regalo.
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