jueves, 25 de agosto de 2011

Benedict XVI on tour III: the aftermath

Hasta el Martes estuve viendo peregrinos por Madrid. Hoy me siento un superviviente de un holocausto zombi, orgulloso de mi mismo por haber aguantado. Me he quedado con el resquemor de que ninguno se acercara a mí a intentar convertirme... ¡Jo!

A pesar de lo poco que me ha gustado todo el rollo este, nos ha dejado momentos que pasarán a la posteridad:



Es la segunda vez que lo veo, y sigo pensando que la coreografía la traían ensayanda de casa... Y que hay una que está casi pecando con esos bailes. ¡Impura! Pero como tienen inmunidad al llevar la mochila de la Fundación Botín, pues no cuenta. Si yo me pusiera a hacer esto ahora, creo no me lo permitirían...

No se limitaron a cantar en los andenes, dentro de los vagones también. Yo que aprovecho los viajes para estudiar ya que estoy de exámenes, me estuve acordando de su madre, tanto en el cielo como en la tierra.



Da grimilla.

Dejando la "música" aparte, estuvieron los corneados de Pamplona o los 173 intoxicados por mahonesa dejada al sol ¡EN AGOSTO! Que pobrecillos ambos grupos... Pero el sentido común de los que dejaron los bocadillos al sol todavía lo están buscando.

No todo fue gracioso, y si no que se lo digan a aquellos contra los que la policía cargó. Nuevamente, nuestros cuerpos de seguridad nacionales hicieron gala de lo que mejor saben hacer, y a sabiendas de lo que hacen como demuestran sus foros.

Claro, que ya encargaron algunos de hacer olvidar esta violencia sustituyéndola con otra. Yo lo siento, pero lo del látigo me ha superado como para siquiera intentar buscar un comentario ingenioso.

Sé que me he dejado cosas, pero esperemos no tener que volver a recordarlas en muchos muchos años...

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