Otra pequeña serie de reflexiones laborales. Habrá quien dirá que escribo mucho sobre mi trabajo. A esos les puedo decir que con todas las cosas que ocurren, poco lo hago.
Cuando tenía doce años, en el colegio los profesores se pusieron de acuerdo en que iban a tratarnos como adultos. Para ese grupo de personas, tratar como adultos significa dirigirse “de usted” y con el señor delante.
-¡Señor Stroker! ¡A la pizarra!
-Llámeme Des.
Uno siempre tuvo la boca muy grande.
Años después, en el instituto, los que me daban clase, que ya sabían con que trataban, sólo les faltaba tomarse cervezas con nosotros. Con el de informática hasta me prestaba música.
En la universidad directamente entraban en el aula, soltaban lo que tenían que soltar y se iban.
Hasta hace unos años, a excepción de los padres, la mayor figura de autoridad a la que estaba expuesto, eran profesores. Hoy en día, independizado y en la UNED, esas figuras, las encuentro en el trabajo.
2 comentarios:
Al trabajar en la universidad, es curioso, como pocos profesores acaban pareciéndote figuras de autoridad.
El otro día estaba haciendo cola en la ventanilla de la secretaria de la facultad, tratando de arreglar unos papeles de doctorado (como varias decenas de personas más) cuando llegó un individuo mayor, canoso, con barba; de aspecto poco amigable. Preguntó por el último de la fila, y sin mediar palabra entró en la secretaria. Al salir, dijo: "Es que soy profesor de esta universidad" remarcando mucho la palabra profesor. El primero de la fila me miró y dijo: "Yo tambien soy doctor y no lo uso de excusa para saltarme la fila" y yo le dije: "A mi, como si es el papa de Roma, yo llegué aquí antes"
La gente tiene una jeta... Algo parecido lo he vivido haciendo la matrícula. Es para cogerles del título y ponerlos al final de la cola.
Publicar un comentario