Revisando cuantas entradas llevaba publicadas, tropecé con esto en borradores. Ya no me acordaba de ello, y la verdad es que me ha gustado lo suficiente como para hacerle un hueco en el blog.
Pensando en que escribir me encontré conmigo mismo, enfrente de mí, impidiendo el movimiento a mis manos. Cada vez que una se agitaba, otra la agarraba. Si quería ir hacia atrás, me lo impedía. Lo que había delante y a la vez detrás me era inaccesible. Quedarme en el sitio no era lo que quería, al mismo tiempo que no me dejaba ir a ningún lugar. Sólo pensaba...
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